Hipatia fue educada por su padre, Teón de Alejandría, un destacado matemático y astrónomo. Bajo su tutela, Hipatia se convirtió en una experta en matemáticas, astronomía y filosofía. Su educación fue tan completa que llegó a superar a muchos de sus contemporáneos varones.

Hipatia se convirtió en directora de la Escuela de Alejandría, un importante centro intelectual en la época. Allí enseñó filosofía, matemáticas y astronomía, y atrajo a numerosos estudiantes ávidos de conocimiento. La escuela se convirtió en un bastión de la sabiduría y el pensamiento crítico.

Se dice que el emperador romano Sinesio de Cirene, quien era discípulo de Hipatia, la invitó a mudarse a Roma para trabajar con él y seguir enseñando allí. Sin embargo, Hipatia decidió permanecer en Alejandría, donde tenía su hogar y su escuela.

Se cree que Hipatia realizó importantes contribuciones al estudio de la astronomía. Se dice que escribió un comentario sobre el tratado astronómico de Apolonio de Pérgamo y también desarrolló instrumentos astronómicos para observaciones precisas. Aunque no se conservan sus escritos originales, su trabajo habría influido en el avance de esta ciencia.

Durante el período en que vivió Hipatia, Alejandría estaba plagada de tensiones políticas y religiosas. Ella era pagana y su filosofía estaba basada en la razón y el conocimiento científico. Sin embargo, se vio atrapada en el conflicto entre los cristianos y los paganos, lo que eventualmente le costaría la vida.

No hay imágenes ni esculturas de Hipatia realizadas en su época. Las primeras reproducciones son de unos mil años posteriores a su muerte. De hecho ha llegado hasta nuestros días su imagen con ropajes griegos, sin embargo ella vestiría a «la romana» ya que perteneció al imperio.